Camilo Peña, uno de los sobrevivientes del colapso ocurrido en el centro nocturno Jet Set, compartió con profunda emoción cómo vivió la noche en la que la alegría y la música se transformaron en angustia y desesperación.
A pesar de que su alma sigue en proceso de sanación, Peña, quien ha pasado por una experiencia traumática, no ha dudado en relatar los momentos más impactantes de aquella noche.
En sus propias palabras, Peña comentó: “Yo me siento bien, he podido descansar… pero hay muchas cosas que uno tiene que sanar, tanto física como mentalmente.” Estos sentimientos reflejan un proceso de recuperación lleno de altibajos, donde la memoria de la tragedia lo sigue acompañando.
Fanático del merengue, Camilo Peña solía ser un visitante habitual del Jet Set, un lugar que describía como “cómodo, agradable, con un público chévere”.
La noche del accidente no iba a ser la excepción: Rubby Pérez, su cantante favorito, estaba en pleno escenario y el ambiente era el de una fiesta que prometía ser inolvidable. Sin embargo, lo que comenzó como una noche de celebración se transformó en una pesadilla que nunca olvidará.
Peña relata cómo, inicialmente, él y su esposa habían planeado asistir juntos al centro nocturno. Pero debido a un compromiso familiar relacionado con la vacuna de su hijo, su esposa no pudo acompañarlo, por lo que Camilo fue solo.
Ya en el lugar, disfrutaba de la música y la atmósfera, grabando videos y cantando las canciones de su artista favorito. Pero todo cambió cuando comenzó la canción “Color de rosas”.
“Le pedimos ‘Valió la pena’, y cuando arrancó ‘Color de rosas’… ahí todo cambió”, recuerda Peña. En ese momento, un plafón se desplomó cerca de la entrada del lugar, y aunque algunos notaron que los aires acondicionados se caían, nadie anticipó la magnitud del desastre. Peña explica: “Escuché como si chocaran dos tapas de olla. En segundos, todo fue oscuridad”.
Al intentar protegerse levantando su brazo, la tragedia lo atrapó, y una viga cayó sobre sus muslos, otra más sobre su pie.
Con voz temblorosa, Peña narra cómo el dolor y el pánico lo invadieron. “Sentí que otra viga me estaba aplastando el pie también… fue una mezcla de pánico, dolor y fe.”
A pesar de los intensos dolores, Camilo afirma que su vida fue protegida por algo más grande: “Yo sentí que algo me movió, que me protegió. No tengo ninguna duda de eso”.
En medio del caos, Peña encontró la fuerza para mantenerse con vida y, gracias a esa fuerza interior, logró movilizarse: “Moví los dedos, luego los pies… Ahí supe que estaba vivo”.
El tiempo pasó lentamente mientras permaneció atrapado entre los escombros durante más de dos horas. En ese tiempo, los gritos de auxilio y desesperación se quedaron grabados en su mente.
Peña recuerda especialmente los gritos de una mujer embarazada y de un hombre que temía dejar huérfanos a sus hijos. Estas voces, llenas de angustia, siguen marcando su alma.
La esperanza llegó cuando su cuñado y algunos amigos lo localizaron. A pesar de no saber si estaba vivo, su cuñado lo buscó incansablemente, lo que le dio fuerzas para resistir aún más.
El rescate fue largo y doloroso. Los bomberos, incluidos César Valerio, tuvieron que romper las vigas para liberarlo. Cuando finalmente pudo sentir el aire y ver el cielo, Peña comprendió la magnitud de lo que había sucedido.
Uno de los momentos más devastadores para Camilo fue recibir la noticia de la muerte de su mejor amigo, Felito Music, quien había estado con él esa noche y murió a su lado. “Él me acompañaba, era como un hermano. Murió a mi lado. Eso me rompe el alma”, expresó Peña, con lágrimas en los ojos.
Ya en la clínica, tras recibir atención médica básica, Peña no podía dejar de agradecer a Dios, a su cuñado, a sus amigos y a los rescatistas. “Salimos. Lo logramos. Pero la vida ya no será igual”, dijo con voz grave. Aunque su cuerpo parecía ileso, el trauma emocional seguía presente.
Durante la entrevista, Peña reflexionó sobre el impacto emocional del desastre. Al recibir su celular en la clínica y leer los mensajes de apoyo, no pudo contener las lágrimas: “No de tristeza, sino porque estaba vivo”.
En su corazón, el dolor más profundo surgió al pensar en las personas que no tuvieron la misma suerte. “Lloré por los que no pudieron salir”, confesó, tocado por el sufrimiento ajeno.
También hizo una reflexión sobre la importancia de las relaciones personales y la empatía. “Aunque tú no hables con alguien todos los días, ese alguien puede estar esperando un mensaje. Uno a veces va conociendo personas nuevas y se olvida de los que estaban desde antes…”.
Además, recordó cómo los gestos de solidaridad fueron fundamentales para su supervivencia. Civiles, no solo policías, ayudaron en el rescate, brindando apoyo donde más se necesitaba.
“Hubo personas normales que se metieron… ayudaron a sacar, a buscar cosas. Una amiga mía, mi mejor amiga, hasta fue a buscar las llaves de mi vehículo. Me cuidaron, me encontraron”.
Peña sobrevivió para contar lo que otros no pudieron. Aunque físicamente salió casi ileso, el peso emocional de esa noche lo acompañará siempre. “Yo decía: déjenme llorar. No me voy a morir, no me voy a poner mal, pero necesito sacar lo que tengo dentro. Porque no todos pudieron hacerlo…”
Finalmente, Peña compartió sus pensamientos sobre el futuro. Aunque aún no está listo para regresar a su rutina habitual, no descarta la idea de volver a disfrutar del merengue. “El merengue me gusta, y sé que volveré, pero primero debo sanar al 100%, física y mentalmente.”
También hizo un llamado a los propietarios de lugares públicos y a las autoridades para que no esperen a que ocurra otra tragedia para actuar. “Uno no debe esperar que una autoridad venga a decirle: revisa tus estructuras. Hoy fue Antonio, pero mañana puede ser otro.”
Sobre el manejo judicial del caso, Peña expresó sus dudas sobre el trato al propietario del establecimiento, Antonio Espaillat, y la forma en que se ha manejado el proceso. “Entiendo que han sido un poco condescendientes. Sabemos que tiene poder, pero hay demasiadas evidencias. El pueblo está atento. Que se cumpla la ley.”
Cuando le preguntaron qué le diría a Dios si lo tuviera de frente, Camilo respondió con humildad: “Primero gracias, luego perdón. Porque cuando pasa algo malo, todo el mundo culpa a Dios, pero cuando todo va bien, nadie se acuerda de Él.
Dios ha protegido mucho a este país. Y yo solo le pido que tenga a mi amigo en el cielo… y que allá la música nunca deje de sonar”.