Desde el barrio de Washington Heights hasta los salones de dirección en la NBA, la trayectoria de Alex Rodríguez refleja cómo el compromiso, el esfuerzo y mantenerse conectado con las raíces pueden convertir cada desafío en una oportunidad para crecer.

En el episodio 11 del podcast Emprendedores con DC, el exjugador profesional de béisbol compartió una conversación sincera y personal. En ella, dejó de lado los logros deportivos y habló con profundidad sobre su vida. A sus 49 años, más que repasar su carrera, Alex reflexionó sobre su experiencia como ser humano: una madre trabajadora, la ausencia de su padre, los momentos de soledad en su infancia, y su transformación en un referente dentro del mundo empresarial y deportivo.

“Yo nací en Washington Heights, pero me hice hombre en Dominicana”, afirmó al recordar su niñez en el sector Independencia, cerca del Metaldón, en Santo Domingo. Fue en ese entorno donde comenzó a jugar béisbol, cruzando la calle, inspirado por figuras como Rafael Landestoy, a quien comparó con “Big Papi o Pedro Martínez”. De su padre, quien también fue pelotero y comerciante, heredó el amor por el deporte y una habilidad natural para los números.

Uno de los momentos más impactantes de su vida fue la partida de su padre. “Nunca regresó. Y yo pasaba horas mirando por la ventana, esperando que volviera”. Esta vivencia lo marcó profundamente. “Le prometí a Dios que si algún día tenía la dicha de ser padre, iba a ser el mejor del mundo”.

Durante su juventud, su madre trabajaba en dos turnos, como secretaria durante el día y mesera por la noche. Con una renta mensual de 600 dólares, cada fin de mes era un reto económico. Alex sentía la responsabilidad de destacar en los estudios y en el deporte. “A veces me sentía solo en los juegos, todos con sus padres, y yo con mi uniforme y sin nadie en las gradas”, dijo con emoción.

Esa determinación lo llevó a firmar contratos importantes en la historia del béisbol, incluyendo uno de 252 millones por 10 años, y otro posterior por 305 millones. En este último participó Warren Buffett, quien con el tiempo se convirtió en su guía y amigo. Rodríguez recuerda que su madre fue clave en la negociación del primer contrato. “Cuando le ofrecieron un millón, ella dijo ‘no’, pidió más y no se movió. Esa es la sangre dominicana”.

Luego de su carrera como jugador, fundó A-Rod Corp y enfocó sus esfuerzos en el sector inmobiliario. La compañía ha invertido más de mil millones de dólares y gestiona más de 20,000 apartamentos. Además, por cada dólar invertido, sus socios han recibido tres de retorno.

Su faceta como copropietario de los Minnesota Timberwolves y del equipo femenino Lynx de la WNBA lo ha llevado a adentrarse en el mundo del baloncesto con disciplina. “No es solo un juego. Es estrategia, es cultura, es marca global”, explicó.

Hoy también enseña en la Universidad de Michigan, colabora con Fox Deportes y busca guiar a jóvenes deportistas. “La mayoría de los peloteros hacen el 90% de su dinero entre los 20 y los 30 años. Pero nadie les enseña qué hacer después”.

Alex aconseja invertir en lugar de gastar. Expuso el caso de un joven que compra un vehículo de RD$3 millones, en vez de usar ese dinero para adquirir acciones que, con el tiempo, podrían transformarse en RD$25 millones. Promueve que los atletas piensen como empresarios desde el inicio de sus carreras.

Sobre no haber sido incluido en el Salón de la Fama, expresó: “Claro que duele, pero lo que importa es todo lo que puedes hacer después de caer. Como me dice mi mamá: hay que tener fe, y yo sigo creyendo que un día estaré con mis amigos Pedro Martínez y Big Papi”.

Finalmente, concluyó con un mensaje a su madre: “Sin mi madre, yo no soy nada”. Para Alex, su historia demuestra que el verdadero éxito se alcanza con identidad, propósito y amor por la familia. Al mirar hacia adelante, agregó: “Estoy en el segundo inning de mi vida. Todavía falta mucho juego por delante”.

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